Radiografía del malestar
José Asensi Sabater
Me refiere un estimado amigo y colega José Chofre, buen conocedor de la realidad cubana y atento analista de lo que allí sucede, que el régimen de los Castro pretende mantener a la gente en la inopia de lo que ha sucedido y sucede en Túnez. Nada en los noticieros, nada en la tele, nada. Alguna mención, me dice, se hace de Egipto, pero no para apoyar el cambio democrático sino para subrayar la connivencia de Mubarak con Israel y el imperialismo yanki.
Es evidente que las explosiones democráticas que están teniendo lugar en Oriente Medio y el Magreb producen extrañas reacciones, algunas inquietantes. Porque seamos sinceros: las revueltas, por muy civilizadas que sean, por muy pacíficas y constructivas que se presenten, sin otras miras que el anhelo de libertad y democracia, ponen a más de uno de los nervios. A los dictadores por descontado, de cualquier signo que sean, pero también a los que alardean de ser demócratas de pedigrí.
Las revueltas asustan. No se sabe en qué van a quedar. Además, no estaban en el guión. Pero si somos coherentes con lo que pensamos, esto es, que el mundo está interconectado, que lo que ocurre allí tiene repercusión aquí; si afirmamos que la Red levanta secretos y da acceso a información; si somos conscientes de que hay problemas globales de los que no podemos escapar, entonces se entiende la preocupación de quienes intuyen que tales revueltas no son exclusivamente cosa de otros, sino que reflejan una parte de nuestros propios problemas. Las causas de las revueltas en el sur no son tan distintas de las que se dan, más soterradamente, en la orilla norte del Mediterráneo, a pesar de que nos separen casi un noventa por ciento del PIB y la estructura demográfica sea la inversa.
También en este lado el desempleo de los jóvenes es un gravísimo asunto sin visos de solución. Internet y Wikileaks han desmontado tramas y desvelado secretos. La gente está harta de la corrupción y de la inoperancia de las elites políticas. Teme por el aumento de los precios de los alimentos y de la energía. También aquí el futuro se presenta negro y se extiende la frustración ante la prepotencia de una trama financiera podrida, que cayó pero no se hundió, y que ahora vuelve para acosar en plan zombi a los gobiernos democráticos (puestos de cuclillas) con el producto del saqueo a gran escala más descomunal de la Historia. También aquí los paganos de la situación, a la que se exige sacrificios, austeridad y un horizonte de desempleo y carestía, es la gente normal y corriente.
Salvando distancias y peculiaridades, hay un hilo conductor de la protesta que va desde Tiananmen y Seattel a los movimientos indígenistas en Latinoamérica; de la revuelta saharaui de hace escasos meses a los brotes registrados hasta ahora en la, en general, silente Europa, y, desde luego, a las potentes e inesperadas revoluciones que ahora contemplamos. Se dirá que los presupuestos son muy distintos y que los posibles desenlaces son confusos, pero me parece que sería un error de bulto considerarlas con las anteojeras de los movimientos políticos y el lenguaje analítico del siglo XX. No se trata de un conflicto de culturas, de religiones y cosas por el estilo: es otra cosa.
Estamos metidos en un limbo. Las bases del sistema han colapsado pero somos incapaces de pasar página. Entretanto las protestas se extienden y a no mucho tardar se harán presentes en nuestra querida Europa. Reformamos a la baja nuestro modo de vida para dar satisfacción a los ladrones de guante blanco pero no hacemos realmente nada para reformar esquemas debilitados de un modelo político que no conecta con las aspiraciones de la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario