jueves, 18 de noviembre de 2010

El problema de la corrupción y sus soluciones

Voy a reproducir, en días sucesivos, lo que publiqué a principios de 1995, hace la friolera de 15 añitos de vellón: Hoy va sólo la introducción.


Para solucionar un problema hace falta que tenga solución (es decir, que sea un problema) y que esté bien planteado. En mi opinión, el "problema de la corrupción" encubre, por lo menos, tres supuestos diferentes que, en unos casos, pueden ser objeto de soluciones (terapias, profilaxis) y en otros sólo pueden producir lecciones a aprender de cara al futuro ya que, creo, no son un problema en el sentido estricto de "tener solución".

Voy a prescindir, en lo que sigue, de las variantes que puede presentar el fenómeno ([1]) y, de momento, del caso particular de la "información privilegiada" gracias al cual determinadas elites toman la decisión apropiada en el momento apropiado y, por supuesto, en función de los propios intereses. Creo que el capitalismo ha funcionado siempre de esta forma y no creo que sea eso lo que está en discusión (beautifull people, "cultura del pelotazo") sino lo que afecta al sector inferior que sí se rige por las leyes del mercado. Confundir "información privilegiada" y corrupción (digamos, a Rubio con Roldán), como se está haciendo, es una primera forma de no salir del "impasse". El primer comporta­miento es ilegítimo, pero no es ilegal (claro: es la base del funciona­miento del sistema!). El otro es ilegal: La corrupción es un enriqueci­mien­to personal o unos ingresos colecti­vos (de un partido) derivados de un acto que se aparta de lo legalmente establecido y que no se hubiera producido de no existir la contrapar­tida de esos ingresos.


     [1].   Michael Johnston, "The Political Consequences of Corruption: A Reassessment", Comparative Politics, vol. 18, Nº 4, 1986, p. 466, proporciona una interesante tipología que incluye la corrupción de mercado (la pipriska soviética, por ejemplo), la crisis de corrupción, las redes de patronazgo, el nepotismo etc.

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